Orden divino

Los jardineros siembran los bulbos de primavera en el otoño antes de que la tierra se congele. Estos bulbos necesitan estar expuestos a temperaturas frías para florecer. Sus retoños anuncian la llegada de la primavera y el cumplimiento de un ciclo ordenado que comenzó bajo tierra, más allá de mi vista.
Los deseos, las metas e ideas que tengo en mi mente son como esos bulbos de primavera. Cuido de ellos y los sustento con pensamientos positivos. Creo en mis sueños y en el poder morador de Dios que me ayuda a lograrlos.
Al dar cada paso según la inspiración divina, aquello que anhelo comienza a tomar forma a su debido tiempo. Logro los deseos de mi corazón con perseverancia y fe, permitiendo que el orden divino obre por medio de mí.
Que tu buen espíritu me guíe por caminos rectos.—Salmo 143:10
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