¿Por qué somos tan corruptos? Parte 1
Desde el 2005, desde el Estado, se da la corrupción más organizada, más sistémica, más institucional. La relación con la ciudadanía de los actores políticos se construye sobre la base del clientelismo, del patrimonialismo y el rentismo.
Por Cándido Mercedes, Acento.com.do

La panorámica social del individualismo,
inmediatismo y certidumbre nos llevan a pensar más en la búsqueda de
beneficios personales, no importa su licitud; nos lleva a pensar para
hoy y para mi, mas allá del mañana y de la asunción societal colectiva.
Es pensar en lo mío como ritmo desgarrador; yuxtaposición contrapuesta,
entre el yo individual-social y el yo expresión de los demás. Es, por
así decirlo, la constitución eterna del individualismo sin mirar el
futuro que lo contiene. Una mirada circular de que el presente soy yo y
no se mueve. Es la mera comprensión del presente materializado, sin
sentido de la historia. Lo material lo recrea como lazareto que nos
arruina la vida.
Con esa visión a lo largo de la historia,
con muy pocas excepciones, han ido nuestros gobernantes a dirigir el
Estado Dominicano. No hemos tenido cuasi gobernantes con sentido de
Estadista, en lo que tiene que ver con el compromiso con el futuro y la
actitud de los principios éticos que adornan a un dirigente con
integridad.
Transparencia Internacional viene
midiendo con el Índice de Percepción de la Corrupción desde el 1995. En
nuestro país, desde el 2001, veamos el cuadro que contiene 14 años:

¿Por qué somos tan corruptos más allá de
la explicación cultural? Hay que destacar nuestra concepción del poder.
Vemos el poder como una oportunidad para hacer cosas que a los demás les
está prohibido. En esa perspectiva añosa, de parálisis paradigmática,
el poder lleva sobre sus hombros toda la simbología social, el status,
el rango de importancia y la sobredimension económica, que no hubiesen
alcanzado con su talento profesional. El poder para ser la comunión del
ego sin encuentro y sin cuadratura. La actitud ética, como norte que
limita en el forjamiento de la integridad, no aparece. La opacidad se
levanta erguida como panal del lodazal farragoso.
Esta visualización hace que los actores
políticos jueguen a la debilidad institucional. La fortaleza
institucional y con ello, el Estado de Derecho real no puede cimentarse
puesto que gravita en contra de sus intereses personales, particulares.
De ahí la necesidad de ellos de construir una democracia etiquetada, sin
contenido. Una democracia de papel, a flor de piel.
Es lo que explica que los actores
políticos al diseñar la Estrategia Nacional de Desarrollo: 1-12
(2010-2030) donde en el 2010 estábamos en la puntuación de 3/10, se
plantearan llegar a 3.9 de 10 para el 2015; y, 7/10 para el 2030. Lo que
nos están diciendo que la corrupción no es su agenda, ni su
voluntad. De que el costo económico-social, en el cuerpo social
dominicano no les importa. Por eso, no hay firmeza, talante para
corregirla, porque mientras para el tejido social dominicano constituye
un cáncer, para los políticos es la fuente inagotable de la acumulación
originaria.
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